Creo que un abrazo es una de las muestras de amor más lindas que existen, ¿a quién no le gusta un abrazo de las personas que quiere? En un abrazo puedes sentir muchas cosas: te puedes sentir seguro, amado, protegido, comprendido y muchas cosas más, pero dejas que Dios se acerque a ti para abrazarte y mostrarte su gran amor hacia ti.
Hace poco me di cuenta que yo a veces no dejaba que Dios bajara y me abrazara. Muchas veces me esforzaba tanto por acercarme a Dios y hacer todo bien, que no me detenía a simplemente dejar que el me acaricie y me toque. A veces nos perdemos del abrazo de Dios porque siempre estamos corriendo, estamos ocupados o nos enfocamos tanto en que llegue la oración a Dios o decir las palabras correctas, pero no nos detenemos a escuchar esa voz tan dulce de Dios, no nos detenemos a escuchar su te amo, a sentir sus abrazos y su presencia. Así como nuestros padres esperan tu abrazo, tu cariño y escuchar tu te amo, nosotros como hijos esperamos lo mismo, pero a veces sin darnos cuenta, alejamos a nuestros padres y no dejamos que nos den de todo ese amor que tienen para darnos. No le niegues a Dios esa oportunidad de derramar su amor sobre ti, no lo alejes y tampoco le quites la oportunidad de escuchar tú te amo.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
1 Juan 4: 10 (NVI)
Claro, nosotros podemos amar a Dios y mostrarle cada día nuestro amor, pero Él quiere amarnos así como lo hizo desde el principio. No importa qué tan grande seas, siempre serás su niña o su niño.
 
				 
									 
				 
				 
				 
				 
				